Mi viejo paisaje urbano
Mariel Turrent
Crecí en
la época en que los grandes cines y tiendas departamentales se imponían como
referencia en el paisaje urbano. Estas edificaciones singulares, destacaban
entre de construcciones moderadas de viejas y nuevas zonas residenciales en el
área metropolitana de México.
El Puerto de Liverpool se erguía a mi vista con su personalidad anaranjada y vanguardista en lo alto de una loma. El Palacio de Hierro* me parecía que, con su estilo clásico, miraba a Liverpool como a un greñudo Beatle, por encima del hombro. A comprar electrodomésticos, íbamos a Sears. Mi mamá cuenta que, a mi papá, cuando trabajaba en La Cervecería Moctezuma, le daban descuento en el Palacio de Hierro y le compraba regalitos en la sucursal de Durango, también que la enseño a manejar en un lote atrás de Sears de Ejercito Nacional a sus dieciséis años. La ropa más barata la encontrábamos en Suburbia, escondida entre los vestidos del departamento de “Damas” me perdí por primera vez de la vista de mi abuela que entretenida buscaba qué llevarse al probador. Cuando tuvimos la edad suficiente, inauguré junto a mi hermano la sensación de libertad al deambular solos por el piso de juguetería, mientras mi madre elegia por horas patrones de costura de los enormes catálogos de Vogue, McCall´s y Simplicity del departamento de “Mercería”. Y a los catorce años, él furtivamente se puso un arete en París Londres, “la gran boutique”.
Por
muchos años, mi paisaje urbano fue el mismo. Y en las anécdotas de la gente de
mi generación siempre saldrán a relucir algunas de estas edificaciones. El cine
Diana, que quedaba cerca de la casa de mis abuelos y todavía tenían cortinas y
un estrado, ahí corríamos de niños y comíamos gaznates en el intermedio. ¿A
qué contemporáneo mío no llevaron de niño, empijamado y con almohada, al
Autocinema de Santa Mónica? ¿Cuántos primeros novios no se tomaron de la mano
en la oscuridad de los Multicinemas, o dieron su primer beso en el cine Ariel?
¿Cómo olvidar el estreno en 1977 de La Guerra de las Galaxias en el cine Apolo?
Ahora
que vuelvo a circular por esta ciudad que dejé hace más de tres décadas, pienso
que en aquella época el paisaje no cambiaba tanto. Nos regaló su misma
fisonomía durante varios años. Hoy todo viaja a una velocidad escalofriante. Te
ausentas de una ciudad y cuando vuelves ya no encuentras en el mismo sitio lo
que estaba un lustro atrás. Por las grandes avenidas cuyos pasos a desnivel se
han visto opacados por segundos pisos, escudriño para encontrar los restos de
mis recuerdos. Entre hoteles, consorcios y edificios inmensos de no sé qué,
busco esos puntos de referencia de mi infancia y juventud. Entonces, como quien
encuentra una aguja en un pajar, reconozco una pequeña construcción en una
esquina de un parque, tímida casi indigente. Es la oficina de correos de Ciudad
Satélite, antigua cómplice de mi amor epistolar adolescente. Esa misma que años
después alguien describió recordando su propio paisaje y me hizo
enamorarme otra vez. Entro, arranco un papel de mi libreta y escribo un
mensaje al pasado. A falta de sobre, lo doblo. Compro unas estampillas y las
pego en el doblez. Tal vez alguien lo lea y reviva aquellos tiempos también.
*El Palacio de Hierro fue constituido como la
primera tienda departamental en 1888 cuando J.
Tron y Cía. vendió Las Fábricas de Francia, un cajón de ropa en el centro de la
Ciudad de México.
**El Puerto de Liverpool fundada por Jean Baptiste Ebrard, al instalar
un cajón dedicado a la venta de telas finas provenientes de dicho puerto en
Inglaterra, en el centro de la Ciudad de México.
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