Vigilia*
Mariel Turrent
La
penumbra, el gusto amargo en mi boca, mis pestañas acariciando las resequedades
de la almohada. El azul ártico del reloj, sus pasos entumidos y fríos. Estiro
el brazo y tomo el teléfono para escapar del infinito al que me atan mis
preocupaciones. Mastico con dificultad los mensajes y las sonrisas insípidas:
mi prima guapísima, “Día de estrenar tacones”, 112 likes; Lidia en una
hamaca, “Disfrutando y festejando la vida”, 45 likes; Rocío sin arrugas
con un bebé divino en brazos, “Mi hermosa nieta”, 230 likes; Andrea y su
cuerpo plástico en bikini, “Mega sorpresa, por mucho el lugar más espectacular,
gracias guapo @pepetrueba”, 139 likes; Marité con su esposo a la luz de
las velas, “Gracias por un año más de amor y experiencias”, 120 likes;
Frases que inspiran, “Las palabras tienen poder y una vez que las hemos dicho o
escrito no hay marcha atrás: No es necesario decir todo lo que se piensa, lo
que sí es necesario es pensar todo lo que se dice: Quino”, 66 likes.
Dejo en el buró, tras la pantalla, la vida
feliz. Ese vacío ingrávido instalado en mi pecho se va abriendo, cada vez más
imposible. Yo y mi laberinto cósmico. Soy un insomnio enredando pensamientos en
el hocico de un lobo, irritada por el brillo clandestino de la hora aletargada.
A través de un agujero de gusano llega a
mi mente Vic con sus pantalones rabones y su flequillo trasquilado. Vic ya
mayor, haciendo ejercicio con su perro y yo desde la ventana los veo mientras
me arreglo para mi primera entrevista de trabajo. Vic jurando en el altar amor
eterno. Vic llorando en mi hombro lo poco que le duró su eternidad. Vic con sus
arrugas y sus canas, con esos kilos de más o de menos. Vic rescatando sus
fracasos con un hilo atado a su sonrisa a pesar de sus ojos tristes.
Se atora en mi mente su ausencia antes de
que caiga al vacío de mi pecho su amistad casi borrada por las no casualidades,
por la inclemente rutina que me arrastra. Tomo el teléfono nuevamente. Se me
antoja el aroma a café y su voz llena de achaques entre sorbo y sorbo. Los
primeros rayos del sol aparecen, la penumbra se disipa. Digito su nombre.
Ahí está.
Su perfil casi vacío, sin posts, sin
fotos, sin likes, sin comentarios.
Sonrío.
Los pájaros reclaman al día su lenta
llegada.
Me levanto de la oscuridad.
Antes de tender la cama, le envío un
mensaje.
*Cuento elegido entre más de 500 por Escritoras Mexicanas para su 5a antología 2022 y presentado en la FIL Guadalajara. 5a Antología de Escritoras Mexicanas Escritoras Mexicanas FIL Guadalajara 2022